martes, 1 de febrero de 2011

Teléfono


Él miraba el teléfono. Y el teléfono lo miraba a él.

Levantó el auricular.

Había sido muy difícil no sucumbir. Y hoy era más difícil aún, por la fecha. Hacía un año ya...

Marcó el primer dígito...

Estaba muy inquieto. No se dio cuenta a qué horas su corazón empezó a latir más rápido y tampoco se percató a dónde se fue el aire de la habitación... tal vez por eso respirar dolía, tal vez por eso no se podía concentrar en otra cosa que no fuera cómo decirle...

Marcó el segundo dígito...

... decirle eso mismo que él le había escuchado a ella alguna vez. Decirle "hola, cómo estás"... preguntarle cómo le había ido en la oficina, si ya había empezado a estudiar otra vez, si había vuelto a la piscina, sí había terminado de leer su libro, si había roto el record de su jueguito, si había almorzado fideos con carne... decirle que sólo llamaba para escuchar su voz... para saber si era feliz…

Otro más...

N veces ensayó mentalmente ese hola, mágico hola dibujado por sus labios, repasó su tono de voz para sonar lo más calmado del mundo y releyó de su libreta algunas frases que había apuntado por si se le olvidaba su propio nombre... y sonrió... no importaba el tiempo ni la distancia, sólo una persona en el mundo lo hacía sentir así...

Y otro... se sentía bien y le hacía cosquillas al teléfono...

Su memoria selectiva estaba funcionando a la velocidad de la luz. Conforme iba marcando cada número se iba sintiendo más optimista, más eufórico... Sentía que en el aire flotaba algo mágico, que ella diría lo que necesitaba escuchar, que sería la misma de antes, que la vería otra vez y que al fin esta pesadilla absurda se acabaría cuando ella le diera esa sonrisa que tenía la culpa de que hubieran vuelto tantas veces... Se sentía como...

Ay Dios.

Marcó ese dígito en seco.

... como la última vez que terminó desintegrado contra una pared de indiferencia y cinismo... como la última vez que llamó y ella contestó inmediatamente esperando escuchar a otra persona, a cualquier persona sobre la faz de la tierra, menos a él.

Y el siguiente, lentamente...

Antes... ella solía llamarlo a él sólo porque sí, desde cualquier lugar, clandestinamente y a la hora más inesperada, con la voz quebrada, con ese tono de voz que le atravesaba el alma y hacía que cada frase de ella se quedara grabada en sus pensamientos... Antes... cuando ella no sabía si sentir o pensar, si estaba en este universo o en otro y lo abrazaba tan fuerte que el tiempo se detenía en una burbuja...

... ese número...

Antes... cuando quiso dejarlo todo por él, sacrificarlo todo por él, enfrentarse al mundo y luchar... cuando se metió en líos indecibles e hizo cosas que pensó que jamás haría...

... que conocía tan bien...

... cuando tenían esas conversaciones donde simplemente se lo decían todo, esas conversaciones que ella nunca había tenido con nadie jamás...

Alguna vez... él fue lo mejor que le pasó en la vida y lo único que ella sabía era que lo quería, que él le provocaba el mismo efecto que el alcohol, alguna vez fueron tan felices el uno con el otro que todo el mundo se daba cuenta... Alguna vez pensaron en ir a ver el Taj Mahal y las Pirámides, imaginaron cómo saldrían a correr los fines de semana, hicieron la lista de las películas que tenían que ver y la música que escucharían en el carro, él iba a poner sus fotos por toda la casa para presumirle a sus amigos, iban a usar un solo plato y dos tenedores y ella plancharía sus camisas... planificaron la rutina de todos los días para sentirse seguros y tener certeza... alguna vez pensaron tener una nena que fuera igual a ella y que se llamaría Diana....

Estaba llamando...

Cerró los ojos y recordó las veces en que ella lo interceptaba para decirle que ya le debía de dar pena, pero que lo necesitaba y no podía dejar de pensar en él...

... y ahora con el auricular en la mano, dudando de sí mismo, con el corazón en mil pedazos y sintiéndose el hombre más idiota del mundo, el único que daba pena era él, el que la necesitaba era él y el que no podía dejar de pensar en ella era él... qué ironía... cómo terminaba "lo mejor que le había pasado en la vida"...

Cortó.

Se rió de si mismo... él no fue lo mejor. Nunca lo fue.

Lo mejor era que ella lo olvidara. Lo mejor era que no la llamara para recordarle nada. A ella le había costado mucho reparar todo el daño y curar sus heridas. Fue difícil... pero todo salió como ella quiso y ahora tenía una vida perfecta. Lo tenía todo. Se lo merecía todo.

Lo mejor que le podía pasar en la vida era que el idiota con el auricular en la mano se desapareciera de una buena vez por todas, así ella no tendría que fingir que él no existía, que nunca existió...

Puso el auricular en su lugar...

Ella nunca sabría nada y eso era lo mejor.

Tal vez el único que recordaría algo sería un gatito triste que a veces maúlla en las noches de luna...

Un gatito que se perdió buscando el camino a casa...