viernes, 18 de octubre de 2024

El día que las uñas negras casi me llevan al servicio militar... otra vez

En la granja todo tiene su propio ritmo: las gallinas cacarean, los sistemas funcionan (a veces), y de vez en cuando te toca darle soporte a la computadora del Jefe de Seguridad. Pero claro, este no es cualquier Jefe de Seguridad, sino un general retirado, de esos que no solo llevan las arrugas de la edad, sino también las del estricto protocolo militar. Lo has visto caminar por los pasillos como si estuviera revisando una formación, con su pelo canoso perfectamente peinado y su postura, bueno, militar. Nada se sale de lugar en su mundo... hasta que llegué yo.

Aquel día, venía yo directo de un concierto de rock. Y claro, en honor al buen estilo ochentero, me había pintado las uñas de negro, como buen rebelde que alguna vez fui. Pero entre una cosa y otra, había olvidado ese pequeño detalle...

Entonces, ahí estaba yo, sentado junto a él, explicándole lo que tenía que hacer en su computadora, cuando de repente, estiré mi mano hacia la pantalla para indicarle dónde debía hacer clic. 

Y entonces pasó.

El dedo con la uña pintada de negro protagonizó el momento. Su mirada primero siguió mi dedo hasta la pantalla, pero luego, como atraída por un imán, volvió lentamente hasta posarse en esa uña rebelde.

Silencio. 

Se sintió como si el tiempo hubiera retrocedido hasta los ochentas. Ahí estaba yo, con mi pelo largo agarrado en colita, uñas pintadas, y un exmilitar viéndome como si acabara de sacarme de un concierto de rock clandestino. Lo pude ver en su rostro: la misma mirada de "a este lo mandamos a hacer servicio militar forzado..."

Pero en lugar de asustarme, lo único que pude pensar fue: "Aquí vamos de nuevo.  Ochentas, hemos vuelto". Claro, con la única diferencia de que esta vez ya no soy veinteañero rebelde, sino un hombre de más de medio siglo y con más deudas que cabellos largos...

La situación no duró más que un par de segundos, pero fue suficiente para sentir que el tiempo se detenía. Con toda la profesionalidad que pude reunir, seguí con la explicación, aunque no pude evitar una pequeña sonrisa. 

Porque, sip...  Hay cosas que nunca cambiarán pero siempre es divertido ver cómo las pequeñas rebeliones del pasado aún pueden causar sorpresa en el presente...

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