sábado, 18 de junio de 2011

TEATRO PARA LEER - EL CONFLICTO DE LORD WALPOLE - Enrique Jardiel Poncela


Comedia genuinamente inglesa, cuya acción transcurre a orillas del conocido río Támesis.

PERSONAJES: Los que vayan saliendo.

DECORACIÓN: Saloncito azul en el palacio de Lord Walpole, situado en el cogollo neblinoso de Londres.

Es de noche. En el palacio se celebra una fiesta. Dentro suenan violines y algunas toses.

Al levantarse el telón la escena está más sola que el faro de Vigo. Enseguida, por la derecha, entra LADY WALPOLE, hermosa dama que ha cumplido los veinte años hace ciento doce meses. Lleva un traje de abrigo. Bueno, el traje es de tisú de plata, pero digo que es de abrigo porque le ha costado carísimo y es muy elegante.

LADY
. — (En inglés.) ¡Oh, Dios mío! La emoción apenas me deja hablar. ¿Qué va a ocurrir aquí esta noche? Entre los invitados he visto a Horacio Sterling. Seguramente querrá hablarme, y si mi marido sospechase... ¡Qué horror! (Se derrumba en una butaca de Dublín.)

(Por el foro HORACIO STERLING, hombre de cincuenta años pasados; veinte pasados en Londres y treinta pasados en Escocia)

(HORACIO espía por todas las puertas y luego se inclina elegantísimo, porque de otra manera no sabe inclinarse, ante LADY WALPOLE.)

HORACIO. —Lady Alicia...

LADY ALICIA. —(Alzando la rubia testa.) ¡Sterling! ¡Vos!

HORACIO. —Yo, yes.

LADY ALICIA. —¿A qué venís?

HORACIO. —¿A qué podré venir? Vengo, lady Alicia, a... (En voz baja y en un inglés difícil de traducir.) The is the whindow, little for west...

LADY ALICIA. —¡Oh! (Anhelante y en la misma clase de inglés que HORACIO.) Wen tho you yellow.

HORACIO. —Five o clok tea.

LADY ALICIA. —(Horrorizada.) ¡No, no, por Dios! ¡Alejaos! ¡Oh, no sabéis lo desgraciada que podéis hacerme!...

HORACIO. —Pero... ¿Cómo irme? ¿No comprendéis que sufriría más?

LADY ALICIA. —¿Y mi marido, Horacio? ¿Y mi marido?

HORACIO. —Os amo.

LADY ALICIA. —¿Me amáis?

HORACIO. —Sí. Lo juro por Oliverio Cromwell.

LADY ALICIA. —Pero él no podrá nunca comprender.

HORACIO. —Comprenderá. ¡Todo, todo antes que perder mi dicha!

LADY ALICIA. —¡Oh, Dios mío! It is where the steward...

HORACIO. —(Tajante.) ¡Bridge!

LADY ALICIA. —(Furiosa.) ¡Law tennis!

HORACIO. —(Insinuante.) Foot-ball...

LADY ALICIA. —(Llorosa.) Puzzle...

HORACIO. —Yes. (Coge el rostro de Lady Alicia entre sus manos y la besa los áureos cabellos.)

(Por la izquierda entra entonces LORD WALPOLE, hombre de unos cuarenta años, elegantísimo y tan delicado, que siempre lleva algodón hidrófilo en los bolsillos para coger las cosas sin mancharse.) (Ve cómo STERLING besa los cabellos de su mujer y avanza en silencio con el rostro inmóvil.)

LORD WALPOLE. —(Saludando.) Good morning.

LADY ALICIA. —¡Bernardo! ¿Eres tú?

HORACIO. —(Señalando a WALPOLE.) ¿Vuestro esposo?

LADY ALICIA. —Yes.

HORACIO. —Presentádmelo. (LADY ALICIA presenta a los dos hombres.)

LORD WALPOLE. —Sentaos, míster Sterling. (Se sientan ambos ofreciendo tabaco a STERLING.) Capstan cigarrette smoking?

HORACIO. —Yes. Tank you. (Fuman cigarrillos.)

LORD WALPOLE.—Lo he visto todo. Contestadme. ¿Besabais los cabellos de mi mujer?

HORACIO. —Un inglés no puede mentir. Los besaba. (LADY ALICIA ahoga un grito. LORD WALPOLE muerde el cigarrillo.)

LORD WALPOLE. —Explicad por qué besabais los cabellos de Lady.

HORACIO. —La amo.

LORD WALPOLE. —Es una razón poderosa. Sin embargo, ella está casada conmigo.

HORACIO. —Lo sé. Y no me importa. Un inglés no debe mentir.

LORD WALPOLE. —¿No os importa que esté casada conmigo?

HORACIO. —No.

LORD WALPOLE. —He aquí un caso curioso. Y bien: ¿Ansiáis morir?

HORACIO. —Un inglés no debe mentir. No quiero morir. Lord Walpole.

LORD WALPOLE. —Pues yo tendré que mataros.

HORACIO. —(Encogiéndose de hombros.) ¡Patience! (¡Paciencia!)

LADY ALICIA. —(Desmelenándose.) ¡No, no! ¡Morir, no! Antes de eso, yo diré el terrible secreto que..!

HORACIO. —(Levantándose de un salto.) ¡Callad! ¡Callad digo!

LADY ALICIA —¡Si callo, moriréis!

HORACIO. —¿Qué importa? Después de todo, la grippe...

LADY ALICIA. —¡No! Sé que estáis sano. Mentís para que a mí no me importe vuestra muerte!... ¡No moriréis!

HORACIO. —(Haciendo paradojas inglesas.) Tengo para mí que la muerte es lo más vital.

LADY ALICIA. —(Imitándole.) Sólo hay vitalidad en el movimiento.

HORACIO. —Pero... ¿Acaso el movimiento no es utopía?

LADY ALICIA. —El movimiento es real e hijo de la vida completa.

HORACIO. —La vida... Es decir: nada.

LORD WALPOLE. —(Metiendo cucharada en aquellas sutilezas.) Nada y todo, es verdad.

HORACIO. —¿No creéis que el movimiento es lo más quieto que existe?

LORD WALPOLE. —Creo que el movimiento se demuestra andando. (Y para demostrarlo, saca una pistola automática y la dispara contra STERLING, que cae muerto.)

HORACIO. —(En la agonía.) ¡Oh! Escocia... El bacalao... El secreto de Lord Kitchener... (Muere.)

LADY ALICIA. —¡Ha muerto!

LORD WALPOLE. —(Flemático.) Yes. This is fiambre.

LADY ALICIA. —¿Qué habéis hecho? ¡Era mi padre! ¡Era mi padre! Pero siempre os oculté que vivía porque era de humilde condición...

LORD WALPOLE. —¿Soy, pues, un asesino?...

LADY ALICIA. —¡El asesino de mi padre, sí! Vos le matasteis...

LORD WALPOLE. —No lo volveré a hacer. Os juro que no lo volveré a hacer.
(Varios invitados se agrupan horrorizados en la puerta del foro.)

LADY ALICIA. —¡Padre, padre!

LORD WALPOLE. —(Haciendo mutis, desesperado.) ¡I the seven by tumming for the Tamesis!

(Se va y cae el

TELÓN