jueves, 23 de junio de 2005

El virus y yo

"Ahh! Nos están diezmando! Ahora a dónde huimos?!!!"

"Nuestro último recurso es subir por los bronquios y esperar a que seamos expulsados!", contestó el capitán, "no hay otra cosa que podamos hacer!"

Un leucocito atacaba furiosamente el cuartel general. Una pared bronquial empezaba a ceder.

"Huyan!!! Ahh!!!"

Todos echaron a correr, atropellándose entre sí. En la confusión la pared cedió, el leucocito se apoderó de varios y los engulló completamente, en un abrir y cerrar de ojos. O aparatos de Golgi, en nuestro caso.

Solamente una veintena logró ascender cerca de la garganta. El aire frío de la tarde se sentía llegar. Hubo un respiro de alivio momentáneo, pero...

"Leucocitos! Leucocitos!!! Aaahh!!!"

"Watch out!!!"

El virus especialista en comunicaciones desapareció debajo de un enorme leucocito que avanzaba hacia ellos. Corrieron en dirección contraria solo para darse cuenta, horrorizados, de que estaban completamente rodeados. Esta vez no había escapatoria.

"Cierren filas! Acérquense lo más que puedan!"

Los leucocitos se acercaban lentamente, sonriendo, sabedores de que no había maquinas más eficientes para aniquilar al oponente en todo el cuerpo humano.

"Quiero que sepan... que estoy orgulloso de ustedes y que ha sido... un honor pelear a su lado!!", dijo el capitán.

Se miraron un instante entre sí, llorosos. Pero el momento fue cortado súbitamente por un leucocito que se dirigía directo al grupo.

Ese era el fin. Cerraron los ojos con fuerza esperando lo peor cuando...

"AAAACHUUUUUUU!!!!"