Hace algunos meses encontrábame yo en un estado cerdístico sumamente alarmante.
La pena, la vergüenza, el amor propio y no poder amarrarme los zapatos sin deshacerme en flatulencias hizo que me fijara la audaz y drástica (demente es otra palabra que se me sugirió) meta de bajar 40 libras en 3 meses.
Pero como suele suceder con todo lo que se planea cuidadosamente, ocurrió exacta y precisamente cualquier otra cosa, menos lo planificado.
Y mientras contendía con el sebo, hicieron erupción volcanes, se desataron tormentas terribles, se derramó petróleo por los 7 mares y eliminaron a Italia y Francia del mundial (good riddance btw). Y en mi lifestyle también cambió meteorológicamente mi forma de ver las cosas, se alteró climáticamente mi filosofía y hubo cambios extremos de temperatura en mi apreciación de las personas. Tuve alegrías que me arrebataron en el éxtasis más sublime y desastres que hacían que respirar fuera un acto de tortura.
Es decir, la vida discurrió por mí como discurriría por cualquier otro bípedo.
Pero igual, seguí perseverando en mi insensatez fisiológica y he aquí los resultados. No bajé las 40 libras que quería en los 3 meses estipulados. Bajé 30 libras y mi porcentaje de grasa corporal se redujo de 24 a 19. De pantalones talla 36 que estrujaban mis enmantecadas carnes, bajé a la talla 32 que ahora visto con todo el confort del caso.
Y de las 10 + one cosas que se podían hacer, la que más me funcionó fue obviamente una que no estaba anotada. Y fue una dieta.
Sí. Por muy convencional que se oiga, todo se lo debo a una rutina exprimidora en el gimnasio de a 4 días por semana, a tomar cantidades insultantes de agua pura y a la muy famosa dieta de la manzana, esa dieta cuya filosofía alimentaria se fundamenta en 6 palabras sencillísimas:
Hartar. manzanas. todo. el. fucking. time.
* Manzanas en el desayuno.
* Manzanas en el almuerzo.
* Manzanas en cualquier momento que la tripa proteste.
Mi contador de manzanitas indica que he ingerido la interesante cantidad de 392 unidades hasta la fecha.
Manzanas las 24 horas. Manzanas y más manzanas!!!
Excepto en la cena, por supuesto.
En la versión de Batfink de la dieta de la manzana la cena se hace con normalidad pero siempre mesurada: Te manducás una bolsa de lechuga, una sandía entera o una piña (aunque después se te agriete la lengua) o un melón o una lata de atún o sardina o todo junto (dije mesurado?) lubricado con otros tantos litros de agua. Oh sí, y es necesario evitar el pan blanco con la misma pasión que uno evitaría la peste bubónica o como algunas personas me evitan a mí.
El fin de semana te das unas merecidas vacaciones y a la hora del almuerzo podés asaltar cualquier restaurante de comida rápida que se te antoje. Pizza, pollo frito, hamburguesas, etc.
Sí, ya sé, ya sé. No puede nutrirse uno sólo de manzanas, que faltarán nutrientes esenciales, que uno no debe dejar de comer otras cosas porque blablablá vitaminas blablablá minerales blablablá disfunción eréctil etc. Pero creo que si no lo hubiera tomado así, in extremis, lo habría dejado a los 3 días.
Tal vez sí me faltaron ciertos nutrientes. Tal vez alguna vez mis actos me llevaron a pensar que, en efecto, me faltaba yodo en la pituitaria.
Pero estuvo alegre, me mantuvo interesado y me funcionó así que I really don't give a fuck.
Sin embargo ocurrieron ciertas cosas interesantísimas:
10 cosas interesantísimas que ocurrieron al practicar la dieta de la manzana
1. Ahora y muy a mi pesar, no puedo comerme una hamburguesa completa. A la mitad ya estoy lleno.
2. Sólo diviso una manzana perteneciente a la variedad Red Delicious y empiezo a salivar incontrolablemente. Maldito reflejo pavloviano.
3. Puedo distinguir el crunch de una manzana Granny Smith del de una Royal Gala y con los ojos cerrados puedo diferenciar el bouquet de una Escolar del de una Fuji (y con los ojos abiertos también, porque lo que menos usa uno para detectar bouquets son los ojos). Sin querer, me volví un experto manzanoso. Súmese a mis habilidades y destrezas.
4. Se me ha reportado que ciertos fluidos corporales de mi propiedad son más dulces.
5. Hablo de la saliva, malpensadotes.
6. La cantidad de fibra que estoy ingiriendo hace que cada ida al baño sea un viaje a un mundo fabuloso e inverosímil.
7. La historia de la manzana y los catálogos agrícolas me resultan apasionantes.
8. Me rasuré las axilas.
9.(No tiene absolutamente nada que ver pero pensé que querrían saberlo)
10. Cuando entro a un supermercado y me dirijo a la góndola de las manzanas, puedo escuchar miles de vocecitas que gritan "NOOO!! Ahí viene!!! Corran por sus vidas!!!" y hay especialmente una manzanita que me grita "Juro que vengaré a mi padre!! LO JUROOOO!!!! AAAAHHHH!!!"
De que funciona, funciona. Mis amigos cercanos siempre me apoyaron y se dedicaron a inspirarme diciendo que ya parecía enfermo terminal de alguna enfermedad infecto-contagiosa (Sin embargo la señorita que atiende en Go Green me dijo que me miraba igual y me regaló un rollo de canela. No sé ni qué pensar).
En todo caso, continuaré viviendo así hasta que empiece a vivir de otra manera. Alcanzaré las 40 libras deseadas y saldré en la portada de Men's Health (Edición Geriátrica).
Y bueno, hablemos de la evidencia fotográfica.
Este post se alargó bastante (ignoró por qué, yo sólo iba a poner "Ya estoy flaco, miren!") así que en esta ocasión sólo incluiré la foto del "antes".
(Realmente quiero hacer eso? Oh well...)
*Música de TUM TU-TUM TUUUUM!!!*
(Aquí me encuentro con un mi compadre, rumiando para variar. El gordito adivinen quién es).
Sigan sintonizando porque después vendrá el "después"...