miércoles, 9 de abril de 2008

Hermano Conejo cae en el pozo



(Contado por S. E. Schlosser)

Un día, Hermano Conejo, Hermano Zorro, Hermano Mapache y Hermano Oso y otro montón de animales, decidieron trabajar juntos y plantar un jardín lleno de maíz para tostar. Empezaron temprano en la mañana y rastrillaron y cavaron y rastrillaron otro poco más, rompiendo la dura tierra y alistándola para sembrar. Era un día caliente y Hermano Conejo se cansó pronto. Pero él siguió sacudiendo el rastrillo y limpiando los escombros porque no quería que nadie dijera que era un haragán.

Hermano Conejo tuvo una idea. “Ow!” gritó tan fuerte como pudo. “Me clavé una espina en la mano!”. Sacudió una pata y se la metió en la boca. Los otros animales le dijeron que mejor se fuera a sacar la espina y se lavara la mano antes de que se infectara. Eso era justo lo que Hermano Conejo quería escuchar. Se fue apresurado a buscar un lugar con sombra para tomar una siesta. Un poco más allá en el camino, encontró un pozo viejo con un par de cubetas colgando dentro, una hasta arriba y la otra hasta el fondo.

“Este parece un buen lugar para tomar una siesta”, dijo Hermano Conejo y brincó dentro de la cubeta.

Pues bien, Hermano Conejo era bastante pesado, más pesado que la cubeta llena de agua que yacía en el fondo. Cuando saltó dentro de la cubeta vacía, esta se precipitó hasta el fondo del pozo. Hermano Conejo se aferró al borde desesperadamente mientras la segunda cubeta pasaba zumbando, derramando agua sobre él en su camino hacía arriba. Él nunca había estado tan asustado en toda su vida

La cubeta de Hermano Conejo aterrizó con un golpe en el agua y se agitaba de arriba abajo. Hermano Conejo temía moverse, que la cubeta se volteara y que él cayera al agua. Se quedó quieto en el fondo de la cubeta y se sacudía y temblaba de miedo, preguntándose qué iría a pasar.

Ahora bien, Hermano Zorro había estado observando a Hermano Conejo toda la mañana. Él supo inmediatamente que Hermano Conejo no tenía una espina en la pata y se preguntaba en qué andaría ese pícaro. Cuando Hermano Conejo se marchó, Hermano Zorro lo siguió y lo vio saltar dentro de la cubeta y desaparecer dentro del pozo.

Hermano Zorro estaba intrigado. Por qué Hermano Conejo se metió al pozo? Entonces pensó: “Seguro que tiene dinero escondido allá abajo y fue a ver cómo está”. Hermano Zorro se acercó sigilosamente al pozo, levantando sus orejas para oír mejor. No escuchó nada. Dio una ojeada dentro del pozo, pero todo estaba oscuro y quieto, dado que Hermano Conejo estaba completamente petrificado para que la cubeta no lo botara al agua.

Finalmente, Hermano Zorro gritó dentro del pozo: “Hermano Conejo, qué estás haciendo allá abajo?”

Hermano Conejo se animó de pronto, dándose cuenta que esta podría ser su oportunidad para salir del pozo.

“Estoy pescando aquí abajo, Hermano Zorro” dijo. “Pensé que sorprendería a todos con un montón de pescado fresco para el almuerzo. Hay buenos pescados aquí abajo”

“Cuántos peces hay?” preguntó Hermano Zorro escépticamente, seguro de que el pícaro conejo estaba realmente contando su oro.

“Docenas y docenas!” lloró Hermano Conejo. “Por qué no vienes aquí abajo y me ayudas a sacarlos?”

Esa era la invitación que Hermano Zorro estaba esperando. Él iba a bajar dentro de ese pozo e iba a embolsarse el oro de Hermano Conejo.

“Cómo bajo hasta ahí?” preguntó Hermano Zorro.

Hermano Conejo se sonrió. Hermano Zorro era más pesado que él. Si Hermano Zorro saltara dentro de la cubeta vacía de arriba, entonces la cubeta de Hermano Conejo subiría y la cubeta de Hermano Zorro bajaría!. Así que dijo: “Sólo salta dentro de la cubeta, Hermano Zorro.”

Pues bien, Hermano Zorro saltó dentro de la cubeta vacía y hacía abajo se precipitó dentro del pozo oscuro. Iba por la mitad de su caída cuando pasó al Hermano Conejo, el cual iba aferrado a los lados de la cubeta con todas su fuerzas porque se estaba moviendo muy rápido. “Adiós Hermano Zorro,” gritó mientras subía. “Como dice el refrán, algunos suben y otros bajan! Vas a llegar al fondo sano y salvo.”

Hermano Conejo saltó fuera del pozo y corrió de regreso al jardín para decirles a los otros animales que Hermano Zorro estaba en el fondo del pozo enturbiando las aguas. Luego regresó bailando al pozo y le gritó a Hermano Zorro: “Ahí viene un cazador a beber agua, Hermano Zorro. Cuando te suba, mejor si sales corriendo lo más rápido que puedas!”

Entonces Hermano Conejo regresó al jardín. Cuando el sediento cazador subió la cubeta llena de agua, un mojado y tembloroso Hermano Zorro brincó fuera y corrió y corrió lejos antes de que el cazador pudiera agarrar su rifle.

Una hora después, Hermano Zorro y Hermano Conejo estaban de regreso en el jardín, cavando y quitando los escombros y actuando como si nada hubiera pasado. Excepto que, ocasionalmente, Hermano Zorro miraría de reojo a Hermano Conejo y sonreiría, y el conejo pícaro se empezaría a reír porque ambos se vieron muy ridículos subiendo y bajando por ese viejo y oscuro pozo.

* * *

Esta pequeña gema tiene la belleza de las cosas simples y sencillas. Me lo encontré en American Folklore y me tomé la libertad de traducirla. Este sitio está lleno de cuentos, historias tradicionales, trabalenguas etc. de los Estados Unidos y otros países de América. Desde Pecos Bill hasta Hunahpú e Ixbalanqué, hay material para pasar entretenido un buen rato. Se los recomiendo. Y como dice el autor:

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Vayan pue’!!!