Hace como dos años le regalaron a mi mamá un perrito que era mitad french poodle, mitad cocker y mitad alfombra de pies. Le pusimos Frijolito porque era negrito y tenía una manchita blanca en el pecho, cabal como un frijolito peludo con patas y cola.
Frijolito fue creciendo y aprendiendo los detalles del oficio de ser perro: Se rascaba con una pata las pulgas, ladraba por cualquier cosa, se daba vuelta para que le rascaras la panza y como buen representante de su especie, gustaba de masticar todo lo que caía en sus patas. Se comió un buen número de pantuflas y zapatos, muebles, el cable del teléfono, una Biblia, mi cuaderno de la U, un rollo entero de papel higiénico y otro montón de cosas que no enumero por falta de ancho de banda. Mi mamá se enojaba y lo regañaba agitando el dedo índice. El ponía carita de "I'm sorry" meneando su colita... y quedaba perdonado hasta la próxima vez, que no tardaba mucho en llegar.
Luego de algún tiempo, me mudé a otra colonia lejos de casa. Una noche, a los pocos meses, me llamó mi mamá por teléfono. Recuerdo perfectamente que estaba llorando como una niñita y que como pudo me contó que Frijolito había salido a dar una vuelta por la colonia y que alguien mala gente le había dado bocado. Que lo levantó de dónde estaba tirado, que lo llevó a la casa para limpiarle el hocico de la sangre que vomitaba y cómo intentaba darle agüita, para revivirlo. Pero Frijolito ya no revivió. Y yo me preguntaba cómo podía alguien ser capaz de quitarle la única compañía a una viejita de 63 años, solo porque sí.
Días después, la convencí de que se mudara a mi colonia para que estuviera cerca de su mascota más grande (that would be me). Así, paso el tiempo y ella no quiso saber nada sobre animalitos de ninguna especie.
Eso fue hasta hace como dos meses que le regalaron esto:
Les presento a Paquito (primero de izquierda a derecha)
Decirle "perro" me resulta un tanto excesivo. Primero por sus reducidas dimensiones y segundo porque haría un excelente pulidor de pisos. Lo que mejor sabe hacer es roncar y roncar. Las raras veces que está despierto se pone a caminar de una manera muy torpe detrás de uno y cuando ponés tu mano saca su lengüita y te empieza a lamer como si no hubiera comido desde quién sabe cuando.
Como todos los animalitos chiquitos, Paquito es reloco para dormir, aún con la compañía de su burrito de peluche:
Levante la mano quien durmió en esta pose anoche (con o sin burro u similar)
Después de tomarse como un vaso de leche, Paquito dobló completamente la maleta. Le tomé un par de fotos más y me quedé contemplándolo... tan chiquito él...
Aaaawwww....
Uno no se quisiera encariñar tanto con los perritos, pero así es casi inevitable, verdad?
(Y a qué horas esto se convirtió en un dogblog... qué me está pasando...??)